jueves, 10 de marzo de 2011

NUESTROS ENEMIGOS LOS LIBERALES


Existe en nuestras filas, en estos momentos cruciales, una confusión que puede llevarnos a un resbaladizo camino, que ya el Nacionalismo Argentino ha recorrido en numerosas oportunidades desde 1930 y cuyo final tiene siempre el mismo esquema: se nos utiliza como ariete del Liberalismo para voltear al gobierno regiminoso de turno, luego se descarta a nuestros hombres y consecuentemente a nuestra concepción, como inútiles herramientas obsoletas.

En primer lugar debemos dejar bien en claro que el enemigo central de nuestra Patria es el Liberalismo, ya que nunca debemos olvidar que el Marxismo es un producto del individualismo agnóstico y plutocrático liberal, de metodología opuesta pero con la misma ideología básica: la excluyente concepción economicista de todo el quehacer humano. Es mas el Marxismo es una reacción, equivocada y tiránica, pero también debemos reconocer que provocada por el arbitrario y miope manejo del Liberalismo plutocrático, que llegó a limites inhumanos en la explotación del hombre por el hombre, en el curso del siglo XIX.

A quienes le surjan dudas sobre esta aseveración les recomiendo leer a un escritor británico, que en nada comparte nuestros principios, pero que da un vívido panorama sobre la horrenda vida de los estamentos humildes durante el esplendor del Imperio Británico y su régimen liberal, me refiero a Charles Dickens.

Cuando hablamos del liberalismo, hablamos de todos aquellos que son consecuentes con el Régimen que nos desgobierna; en primer lugar observemos la conducta de la UCEDE[1]: apoyo irrestricto al Régimen que carcome a la Nación; participe activísima en el contubernio regiminoso; divorcista; apadrinadora de esta democracia decrepita en menoscabo de la Nación real; promotora de la desnacionalización de la economía, propiciando la entrega de la infraestructura en poder del Estado a inversores extranjeros que no tienen el menor propósito de arbitrar la promoción que demanda nuestra Patria para su expansión económica, ya que solo valoran la renta inmediata, desechando consecuentemente todo aquello que no implique rédito rápido. Bien sabemos que en principio todo territorio marginal no puede dar beneficios hasta tanto se haya efectuado una inversión que posibilite la infraestructura básica. ¿Puede alguien creer que van a hacer esto los capitalistas foráneos por propia voluntad?

Por otra parte están los Conservadores, tampoco ellos son nuestros aliados ni pueden serlo, ya que si bien están contra del actual gobierno, pero no contra el Régimen que es su propia creación. O acaso alguien va a demostrarnos que la generación del 80, masónica, propulsora de la entrega de nuestra soberanía política y económica al capital británico, avergonzada del origen católico e hispánico de nuestra nacionalidad, implementadora del laicismo obligatorio, germen de la Reforma Universitaria marxistoide; tiene algún punto, tan solo en común con nuestro ideario. Situaciones coyunturales que pueden aproximarnos, no son en absoluto fundamento para olvidar que los conservadores son los padres de este Régimen antiargentino. No olvidemos nunca que sin Mitres ni Rocas, hoy no tendríamos un Alfonsin en el gobierno.

Estos elementos de la derecha, a la que no pertenecemos por que no reconocemos la división ideológica de la Nación, fueron muy bien catalogados por el insigne José Antonio Primo de Rivera, quien los definió con una claridad meridiana en el Nº 3 de “Arriba” del 4 de abril de 1935, en un párrafo de su articulo titulado “Lo nacional y lo burgués”: “¿Será que el sentido de Patria se halla totalmente embotado en las frígidas gentes de Acción Popular?. Todo puede ocurrir cuando se educa a una generación en el horripilante cultivo de la técnica y de la cautela. Pero hay otra cosa debajo: las miras electorales. Los jerarcas de la CEDA[2] saben bien que los arrebatos de patriotismo son esporádicos, mientras que el afán conservador es permanente. Las masas electorales de la CEDA, por lo común bienvenidas con su posición económica, perdonan la debilidad de un separatista, pero no perdonan fácilmente la que se tuviera con quien los amenazo su prosperidad. Los votos importan mas que los afectos”.

Que quede claro, NO SOMOS ESTATISTAS, queremos el armónico desarrollo de un capital privado auténticamente nacional, compartimos el principio de “subsidiaridad”, pero de forma alguna podemos aceptar que el Patrimonio Nacional sea entregado, digamos con mayor precisión, regalado al extranjero. El Estado podrá traspasar parte de su actual patrimonio a capitales probadamente argentinos, cuando haya leyes que reglamenten y garanticen la nacionalidad del capital, cosa que no es factible concretar con el actual principio judaico del anonimato accionario, pieza clave del liberalismo.

En todo íter hay prioridades, de forma alguna la privatización del Patrimonio Estatal, es el primer paso que debemos apoyar; todo lo contrario, el Nacionalismo Argentino debe luchar para la preservación de este Patrimonio como garantía de nuestra real soberanía. Sin lugar a dudas el primer paso que debemos dar, es la planificación minuciosa del nuevo Estado Argentino, el que deberá concretar el ansiado y necesario retorno de nuestra comunidad al Orden Natural que es, por supuesto, absolutamente opuesto a los principios plutocráticos y anticristianos del liberalismo.

Es necesaria la comunión del autentico Nacionalismo tras las banderas de su doctrina, podemos y debemos transar con quienes históricamente han defendido al verdadero Ser nacional, pero jamás renunciando a nuestros principios Cristianos, Corporativos y antipartidocraticos. Por que no es posible que allanemos el camino al poder a los creadores de este Régimen crapuloso que destruye nuestra Patria, poder que ni siquiera son capaces de ganar en el falaz juego comicial que sostienen como fundamento de su ideología, en desmedro de los sagrados intereses de la Nación.

Vicente M. Puig Moreno

Publicado en Patria Argentina Nº 18. Abril de 1988

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