lunes, 9 de diciembre de 2013

DIFICILISIMO

Por Guillermo Rojas

No sabemos si organizados o no, ignoramos si incitados por personajes del poder o de la oposición o si de motu propio, el malandraje convirtió ayer la ciudad de Córdoba  en uno de los tantos escenarios de pesadilla de esta Argentina furgón de cola de la tiranía global . Una tierra de nadie, un sitio sin ley donde solamente se imponía la arbitrariedad del caos.
La ocasión hace al ladrón dicen y esta vez fue una huelga de la policía que pauperizada y maltratada por el Sistema decidió hacer algo al respecto y se auto-acuarteló.
No transcurrió ni una hora del acuartelamiento para que los adelantados de la rapiña se abalanzaran contra todos los negocios que pudieran suministrarle lo que apetecían, fuera esto lo que fuera. No respetaron  ni las obras de caridad, se robaron la comida destinada curiosamente a los pobres de dependencias de la Iglesia.
 Años de caos y de destrucción de valores, de predicar lo malo, lo horrible y las mas viles mentiras, condimentado por grandes porciones de miseria material y todo bien justificado por los apóstoles de la "transgresión", sazonado por la droga y el alcohol y la ignorancia mas cerril, la injusticia mas repugnante y los malos ejemplos, pueden dar como resultado que la mitad de una ciudad se dedique mediante la violencia a robarle a la otra mitad. A las mismas personas con las que toman el colectivo a la mañana o las saludan en una esquina cualquiera. A sus propios vecinos, a los comerciantes a los que mañana les irán a comprar de la misma forma en que les robaron hoy, total  ¿Cual es la diferencia? Pasar por la maquina registradora o no hacerlo. La absoluta ausencia de normas, lo que los conocedores llaman anomia, brilló claramente.
Ya comenzaron a funcionar las usinas de acción psicológica. Hablan de grupos, brigadas motorizadas y toneladas mas de pescado podrido como suele estilarse en estos casos, francamente me importa un bledo todo eso.
Lo que si preocupa sobremanera es que, por mas organización que posean, haya material humano, por llamarlo de alguna manera, que se preste a saquear a sus propios vecinos y compatriotas y que las mencionados personajes se lleven lo mal habido a disfrutarlo a su casa y que las victimas terminen dependiendo para reconstruir sus vidas de subsidios, o mejor dicho de limosnas, que les dará el Estado si es que se las da. Muchos de ellos y sus empleados quedaron bajo el paraguas de la providencia, el trabajo de toda una vida reducido a la nada. Francamente desesperante.
Lo único rescatable es que mucha gente reaccionó con energía defendiendo lo propio, no haciendo caso alguno a los pacifistas y a los partidarios de un legalismo idiota, justamente en un país donde la ley positiva es absolutamente injusta, y el orden jurídico en sí, es el capricho de quien detenta el poder
Pero igual sorprende el nivel de la destrucción que hemos sufrido como Nación en tres décadas. El Sistema y sus personeros no dejaron nada en pie. Sin animo de ser pesimista, se ve muy difícil reconstruir el cuerpo social desvastado, sin valores, animalizado e imbecilizado por la polución mediatica, la droga y el acostumbramiento a la indisciplina y al caos. Dificilísimo